El escritor y realizador audiovisual santaclareño Eduardo González ha narrado, con agudeza y resignación, una jornada marcada por la escasez, el caos en el comercio y los apagones prolongados que afectan la vida cotidiana en Santa Clara.
Su testimonio, difundido a través de redes sociales, resume con ironía y desesperanza las consecuencias de la improvisación estatal, los resultados en la bancarización forzada y la profunda crisis energética que golpea a la población cubana.
Todo comenzó en una fila de una Mipyme local donde, a pesar de aceptar pagos por transferencia, el proceso era lento y torpe por la falta de un POS. La situación se tornó aún más injusta cuando uno de los vendedores propuso despachar a cinco clientes que pagaran en efectivo por cada uno que pagara por transferencia. González y su esposa, sin dinero en efectivo, abandonaron la fila resignados: “Nos quedamos sin picadillo y sin salchichas”, escribió.
En su búsqueda infructuosa de alimentos, llegaron a otra tienda donde se ofrecían huevos a 2500 pesos el file, pero solo a quienes pagaran en efectivo. “Para cualquier otro producto aceptamos transferencia, pero para los huevos, no”, les dijo la dependienta. Otro intento fallido y otra retirada: “Vámonos pal carajo de aquí”, volvió a decirle a su esposa.
El día no mejoró. La electricidad había sido cortada a las seis de la mañana y solo regresó por dos horas, de seis a ocho de la noche. González trató de terminar un trabajo en casa de un amigo, pero allí también se fue la corriente.
"Así que sin picadillo, sin salchichas, sin huevos, sin corriente y sin esperanza ¿qué creen que le dije a mi esposa?".
Concluye el escritor.
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